Mapa de cárceles en Cuba (tomado de internet) |
Las cárceles cubanas son un infierno en la
tierra, creo que ni pruebas se necesitan para saberlo, tan sólo basta ver las
condiciones de quienes viven fuera de las prisiones (y noten que no digo en libertad) De todas maneras les contaré 3 anécdotas de conocidos míos que estuvieron en
contacto directo con las cárceles y no como condenados. Conozco expresidiarios
y conozco sus anécdotas, pero no contaré estas porque algunos pueden creer que el que sufre la penitencia la exagera. Quiero escribir sobre este tema porque por algún motivo, ahora los agentes de
Castro dentro y fuera de la isla quieren hacer ver como que las cárceles
cubanas son idílicas, que no pasan las cosas que pasan en otras cárceles del
mundo y quieren ocultar que pasan las cosas terribles que sólo pasan en las cárceles cubanas. Al grano:
La primera anécdota proviene de un camarógrafo
que fue asignado a un grupo para filmar un documental en una prisión cubana allá
por la década del ochenta. El primer día que fueron al presidio tuvieron que
irse sin haber filmado nada, la causa fue un amotinamiento de los prisioneros
que fue ahogado literalmente con chorros de agua a presión, disparos, porrazos y
varios de los presos confinados y torturados por el simple hecho de protestar por la comida que les servían, que consistía en 4 ó 5 cucharadas de macarrones hervidos sin
sal, de almuerzo y comida, todos los días. Cuando comenzaron a filmar, sus superiores les
exigieron que balancearan las razas de los condenados que aparecían en el
documental, cosa que se les hizo difícil pues la mayoría de estos eran de la
raza negra. Es importante aclarar que el grupo fílmico pertenecía al ejército y
el camarógrafo que me contó lo sucedido era militar.
La segunda anécdota me la contó un compañero
de estudios que en los noventa pasó su servicio social después de graduado en una cárcel como
médico de la misma y esta anécdota es mas bien un dato. Mi amigo me contó que la mayoría de
los reclusos estaban desnutridos y padecían afecciones relacionadas
con la falta de vitaminas y proteínas y el bajo peso corporal, entre otras afecciones perdían los dientes, sufrían diarreas crónicas, anemia, delirios, enfermedades del sistema nervioso y tenían lesiones de
la piel por la falta de comida y la falta de higiene.
La tercera anécdota me la contó otro doctor
amigo que también trabajó en una cárcel como médico militar en los años setenta.
Me contó que gran parte de la prisión era bajo tierra y los presos salían a la
superficie una vez cada 10 ó 15 días por 30 ó 45 minutos. Los presidiarios
tenían que caminar mirando al suelo todo el tiempo y si levantaban la cabeza
recibían una paliza. La comida era siempre la misma, pasta hervida con grasa
algunas veces o arroz y los utensilios de cocina, las bandejas y los cubiertos que se usaban para
cocinar y servir la comida a los prisioneros nunca era lavados, ni siquiera
enjuagados.
Las historias eran más largas y tétricas,
conozco muchas más anécdotas a las que les doy total crédito como a estas 3 que
he contado hoy y que no son las peores, de hecho son las menos malas.
La verdad depende de quien quiera creerla pero no por eso deja
de ser verdad, aún cuando la mayoría se crea la mentira.
Pregúntenle a Carromero si no le creen a un cubano.
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