Las víctimas tenían un rostro |
El 13 de julio de 1994, 72
cubanos decidieron escapar de la isla cárcel en un viejo bote remolcador. Los
hermanos Castro dieron la orden de hundir la embarcación y dejar a sus suerte a
los náufragos, orden que fue cumplida con celeridad por sus paramilitares y por
cobardes trabajadores del puerto. Perdieron la vida 41 personas y 10 eran
niños.
Este asesinato sigue impune. No podemos
olvidar ni podemos perdonar.
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