Batista (y con él muchos otros dictadorzuelos
criollos) fue un insulto para el pueblo cubano. Castro ha sido un doble
insulto, hasta con hermano sucesor al trono de una pobre isla, de un pueblo que
en lugar de avanzar retrocede. Porque nuestra historia es la historia de la
involución por más de medio siglo.
Cuba está geográficamente en el eje de América, fue una parte
fundamental de la economía de la región, ahora es tan sólo una
sombra fantasmagórica de lo que alguna vez fue. Lo único que nos recuerda su
presencia es la longevidad de un tirano que se muere entre las ruinas que el
mismo hizo, y su forma alargada y estrecha flotando en un cálido mar que no la
moja.
¿Qué le espera al pueblo cubano si no más
miseria y desamparo?
La dictadura socialista no sólo ha sido
incapaz de proporcionar bienestar o incluso, cubrir las necesidades básicas del
individuo, sino que lo ha hecho ex profeso, conscientemente ha llevado a ese
individuo a la más absoluta miseria, material y espiritual, porque es una
condición vital de las tiranías comunistas el empobrecimiento de sus
pobladores, tanto pobreza material como pobreza moral para que se conviertan en
una masa dócil, sumisa, subdesarrollada, que es capaz de violentarse consigo
misma pero nunca contra el opresor.
Y los millonarios de antes son los mismos que
los de ahora. No importa a qué lado del estrecho vivan. Potentados déspotas
incapaces de compasión y civismo, herederos de un pensamiento feudal y
generadores de un capitalismo decimonónico que abusa del individuo sin respetar
sus necesidades elementales de descanso, de salud o retiro cuando ya el brazo
no sea capaz de sostener la herramienta.
El mundo ha sido cómplice de la barbarie con
su silencio y muchas veces, su apoyo al tirano y sus políticas opresivas y
destructivas. La vergüenza y la culpa son compartidas por la familia Castro,
sus seguidores, aliados y por la comunidad internacional que le ha dado la
espalda a un pueblo sufrido y mestizo, pero orgulloso y laborioso que no se
puede culpar a estas alturas, porque sería como culpar al pueblo judío del
Holocausto.
El futuro de Cuba es oscuro si los que están
en el poder, o estuvieron, son los encargados de la transición y la dirección
de la isla.
Deben ser nuevos cubanos que permitan la
entrada e inversión de capital precastrista pero sin dejarle tomar el mando, que aprendan y enseñen tolerancia y respeto al individuo y las leyes, y que sepan juzgar y castigar debidamente la mafia comunista, controlar sus tentáculos y mutilarlos allí donde se pueda, porque de otra manera se generará una isla similar
al insulto batistiano que parió el doble insulto castrista.
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