Vivimos tiempos extraños pero familiares. La rutina nos abruma y domestica y ya nos parece normal que alguien no haga su trabajo correctamente y se justifique con un absurdo increíble que todos aceptamos y lo que es peor, nos parece normal la corrupción y el robo institucionalizado y mientras se castiga sin piedad a carteristas singulares, los políticos, carteristas plurales, siguen impunes.
La certeza de que llegará un día en que algún
mecanismo que debía funcionar se detenga y nadie se asombre, o el servicio de
electricidad se interrumpa constantemente y nada pase y sigan cobrando lo mismo
o más por dicho servicio, la certeza de que un día como ese llegará es cada vez
mayor. Ni los liberales ni los conservadores, ni los republicanos ni los
demócratas, ni los hippies ni los policías podrán ni harán nada para que ese
día no llegue porque son parte del problema.
Es cada vez más evidente la ruta hacia el monopolio de estado,
hacia el despotismo y el socialismo que es capaz de disfrazarse de muchas cosas
diferentes, incluso, hasta puede aparentar ser una democracia. Nunca fueron más
actuales los versos de Quevedo: "Poderoso caballero es don Dinero".
El totalitarismo y el despotismo son el futuro
de la humanidad. La mayoría prefiere un buen jefe que provea sopa caliente al
hambre de la libertad. Los amantes de la libertad son seres inadaptados e
infelices. La mayoría es dócil y alegre y es capaz de adaptarse a órdenes
absurdas, a cosas mal hechas con tal de asegurarse un plato de comida y un
techo y que todo sea por el bien de los suyos.
Bienvenidos al Feudalismo Cibernético, a la Edad
Media Holográfica.
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