Tranquilo |
La conformidad es un descanso enfermizo del
alma. Buscamos la felicidad en simples acciones de supervivencia mecánica como
comprar comida, ropa, construir una casa, tener una familia. La felicidad es
aceptada como breves momentos intermitentes y no como norma aunque siguen
repitiéndose ecos que dicen lo contrario, la frustración entonces se convierte en
cotidiana y en mecanismo de defensa junto a la televisión y la vida de otros
que no es tal ni para ellos mismos.
No aceptar la mortalidad ni el trabajo nos
aleja de nuestra esencia y nos hace más infelices, no aceptar las arrugas es
síntoma inconfundible de una enfermedad metastásica, signo claro de una
inmadurez nociva. Somos mortales y comemos para vivir y no lo contrario. Somos sensibles y
tenemos música como tenemos también guerras y deportes, escultores y asesinos.
La capacidad de aceptar la vida como es y disfrutar cada segundo, teniendo como
premisa el no hacer a otros lo que no te gustaría que te hicieran a ti, es una
decisión que sólo tú puedes tomar. Desde plantar una flor, bañarte en el mar,
montar bicicleta hasta tomar una copa de vino con amigos, escalar una montaña,
estudiar algo nuevo, aprender un idioma o levantarte todos los días temprano para ir a trabajar, son
cosas positivas o negativas según como quieras mirarlas.
No te conformes con nada
que no sea lo mejor, lo máximo de tí mismo y aprende a aceptar las cosas que no se pueden cambiar para que puedas
disfrutar mejor de la vida.
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