Es cierto que internet nos permite encontrar
montones de respuestas en brevedad y con bastante certeza si sabemos dónde
buscar, es cierto que los teléfonos portátiles nos permiten comunicarnos en
cualquier momento desde cualquier lugar con el plan adecuado, pero… ¿para
comunicarnos con quién, para encontrar qué respuesta, nuestra respuesta o la
respuesta de otro?
Lo que tienes en mente y necesitas ahora mismo
probablemente es lo mismo que necesitarás en cualquier momento, lo demás es
implantado, ectópico y ajeno.
Las necesidades básicas son las mismas desde
siempre, comer, dormir, procrear, evacuar y para lograrlo cada día nos
complicamos más. Enfermedades nuevas y desconocidas surgen sin a veces notarlo,
el autismo, la depresión, el déficit de atención con hiperactividad y las
piernas inquietas son ejemplos, y con ellas surgen nuevos métodos de
tratamiento, nuevos medicamentos que tratan, pero no curan.
Se salvan más vidas que a veces no llegan a
serlo ni quisieron y se destruyen otras que ya lo eran o querían y aunque
parezca duro, es la realidad.
Se inventan aparatos que aparentemente facilitan,
nos hacen más cómoda la existencia cuando en realidad lo que nos hacen es ser
más productivos, más alienados, menos humanos.
La tecnología
mejora la vida sin dudas, el problema no es la tecnología sino el ser humano,
que no ha cambiado mucho desde los tiempos en que las personas se divertían
viendo como los leones devoraban a otras personas.