Terminaba la segunda década del nuevo siglo y los Estados Unidos con Donald Trump de presidente tenían logros históricos en la economía y las relaciones internacionales, el desempleo disminuyó a números nunca antes vistos y milagro, lo impensable, los impuestos disminuyeron para todos y el precio del combustible también disminuyó, pero la prensa grande, muy socialista ella, no podía permitir el triunfo del capitalismo y la democracia en el siglo del neo socialismo chavista, la prensa mintió, tergiversó y sacó de contexto todo lo que pudo hasta lograr implantar en la mente de la mayoría el embuste con la ayuda del propio presidente con su lenguaje brusco y directo.
Por si fuera poco, sumado a todos esos logros la China
comunista fue puesta en su lugar y ahí fue cuando empezó todo.
Los chinos comunistas liberaron el virus, compraron a la
Organización Mundial de la Salud para que no diera la alarma de la epidemia, lograron
exportar el virus mientras cerraban sus propias fronteras, el virus se extendió
por Europa, Asia y el resto del mundo y las economías colapsaron, el desempleo
aumentó y mientras las sociedades libres trataban de contener la pandemia
apelando a la conciencia ciudadana, la China comunista encerraba literalmente a
su población, la Corea socialista fusilaba a quien diera señales de
padecer el terrible virus y países comunistas caribeños mentían sobre sus
índices y sus capacidades engañando a sus propios ciudadanos y a quienes siempre
se dejan engañar en el resto del mundo.
Terminaba la segunda década del nuevo siglo y empezaba la pandemia del coronavirus, se les pidió a las personas que se quedaran en casa y evitaran contactos sociales innecesarios, que mantuvieran distancia y usaran máscaras si estaban en contacto con personas con las cuales no convivían. Comenzaron las muertes y surgieron los poetas de ocasión, “seremos mejores” dijeron, “saldremos más fuertes y con el corazón más grande”, dijeron.
Los artistas se dieron cuenta que no son imprescindibles y los menos famosos atormentaron a sus vecinos cantando desde balcones mientras que los más famosos tuvieron que reinventarse y planificar conciertos en redes sociales.
Fue cuando aprendimos, algunos, que para la gente es más
importante su vida social que la vida de un viejo, que para muchos es más importante
su tos y su malestar que la vida de sus semejantes, fue cuando algunos pudimos
ver que en realidad la pandemia nos hizo peores o más bien, fue un catalítico
que dejó que aflorara lo peor de muchos.
Llegaron las vacunas en tiempo récord gracias al trabajo, el
dinero invertido y la presión ejercida por la administración de Donald Trump, (aunque
será Biden quien se anotará el tanto).
La gente ha comenzado a regresar a los empleos y la economía
a comenzado a moverse, aunque el virus sigue su curso. Algunos entienden que lo
mejor es evitar contactos sociales inútiles, evitar fiestas, espacios cerrados,
reuniones familiares, otros no entienden o no quieren entender y desgraciadamente, a veces, pagan su temeridad
con la salud o la vida propia o ajena.
Gracias a toda la mentira oficializada por la gran prensa y
gracias al chantaje terrorista generado por las milicias paramilitares de “Antifa”
y “Black Life Matter”, Biden a llegado a la presidencia de los Estados Unidos
echando por tierra los increíbles logros alcanzados por la administración
anterior.
Ya pagamos la vagancia, la corrupción y la ineficiencia de los políticos
tradicionales en el poder, los precios de la gasolina han vuelto a subir, los
impuestos también, China y otros países peligrosos han retomado sus prebendas y
poder, el lavado de cerebro sigue funcionando a toda máquina y la población,
sin darse cuenta, favoreciendo ideas socialistas que terminarán por destruir países
enteros y sus propias economías familiares.
El futuro inmediato no luce tan mal pero el futuro real, eso
es otra cosa.