Desde que, en 1959, Fidel Castro y su pandilla mafiosa tomaron por la fuerza el poder en Cuba, los cubanos no han parado de irse de la isla por cualquier medio, los más afortunados por avión, los más desesperados en balsas, por mar, arriesgando sus vidas en el Estrecho de la Florida.
A los cubanos que
emigraban escapando de la dictadura socialista, Castro les prohibió regresar a
la isla, les privó de la nacionalidad y les robó todas sus propiedades en la
isla, implementó medidas tan absurdas y humillantes como no permitirles emigrar con más de dos
mudas de ropa interior y solamente con los anillos de compromiso y un reloj
como únicas joyas, muchas de estas medidas han estado vigentes hasta el siglo XXI.
Ante estas
medidas del tirano, encaminadas a humillar, violentar y, sobre todo, amedrentar
a la población cautiva, los Estados Unidos implementaron la “Ley de ajuste
cubano” en 1966, ley firmada por Lyndon Johnson y que le permitía a todo cubano que hubiese ingresado a los
Estados Unidos después de 1959 ser elegible para la residencia estadounidense y
de esta manera darles un estatus legal a los nuevos emigrantes, violentados y
desarraigados por los gobernantes de su propio país.
Antes de 1995 a los
cubanos que eran rescatados en el mar por la guardia costera de Estados Unidos,
se les permitía aplicar a la residencia norteamericana basados en la “Ley de ajuste
cubano”, pero en 1995, Clinton, tratando de acercarse a la tiranía castrista, firmó
la ley de “Pies secos, pies mojados” y los cubanos interceptados en el mar (pies
mojados) pasaron a ser devueltos a la dictadura cubana, por culpa de Clinton y
el partido Demócrata. Años más tarde, para ponerle la tapa al pomo, vino Obama en el
2017 y terminó con la “Ley de pies secos, pies mojados” de manera que todos los
cubanos han sido devueltos a la dictadura de los hermanos Castro desde entonces,
lo mismo los que tienen los “pies mojados” como los que tienen los “pies secos”.