La situación actual de Cuba me hace pensar cada vez más en
los finales de la Guerra del 95 y en el primer presidente de la nueva
república, el señor Tomás Estrada Palma.
Cuba fue una provincia de España por 400 años hasta el final
del siglo XIX, cuando España perdió la guerra contra los Estados Unidos y con
ella sus últimas posesiones de ultramar: Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
El inicio de la guerra Hispano-estadounidense fue en 1898
cuando ya los cubanos llevaban combatiendo a la metrópoli española por años,
primero en 1868 hasta 1878 en un conflicto que se conoció como la “Guerra de
los Diez Años” y terminó con la rendición de las tropas rebeldes y la firma del
Pacto del Zanjón, luego los separatistas cubanos trataron de continuar la
contienda con la Protesta de Baraguá por aquí y la Guerra Chiquita por allá, pero
no fue hasta el 1895 que los mambises pudieron reiniciar la lucha para
conseguir la separación de España, este nuevo conflicto fue conocido como la “Guerra
del 95”.
La guerra no iba muy bien ni para los cubanos ni para los españoles,
pero Valeriano Weyler fue nombrado gobernador de Cuba en 1896 y la balanza
comenzó a inclinarse a favor de España.
El nuevo gobernador tomó una medida conocida como la “Reconcentración
de Weyler”, donde aisló a la población rural cubana en lo que muchos
historiadores consideran de los primeros campos de concentración utilizados en
la historia moderna, para de esa manera cortar el apoyo a los rebeldes, también
ordenó la creación de sistemas de fortificaciones para dividir la isla en tres partes e hizo
uso de la guerra de guerrillas con brigadas de voluntarios, cubanos que no
querían la separación de España, (no toda Cuba apoyaba a los
rebeldes, algunos historiadores incluso consideran que más de la mitad de la población
cubana o era indiferente a la guerra o no estaba de acuerdo con la separación,
pero este es otro tema) el caso es que las medidas de Weyler comenzaron a
surtir efecto, tanto que logró hasta aniquilar a uno de los principales líderes
mambises, el general Antonio Maceo, y el agotamiento comenzaba a notarse en las
tropas cubanas.
Los principales líderes de la Guerra del 95 fueron José Martí
quien murió en combate en el mismo año 1895, siendo sucedido en el liderazgo
por Estrada Palma, quien combatió en la Guerra de los Diez Años y organizó
junto a Martí la Guerra del 95.
Cuando Estrada Palma, que dirigía la sublevación desde Nueva
York, se da cuenta de que la situación estaba haciéndose desfavorable para los sublevados,
comenzó a tratar de conseguir el apoyo, no solo moral sino militar, de los
Estados Unidos, a quienes les preocupaba la contienda y la cercanía del imperio
español, en decadencia, pero imperio.
Los Estados Unidos terminaron declarándole la guerra a España
después de que el barco acorazo “Maine” explotara en la Bahía de La Habana. La
guerra terminó en tres meses y diecisiete días con la derrota de España.
Como consecuencia de la reconcentración de Weyler murieron
miles de cubanos, quizás hubiese muerto el doble y quizás Cuba todavía fuera
provincia de España si no se hubiese desatado la Guerra Hispano-estadounidense.
Ahora Cuba padece una de las dictaduras más longevas del
planeta implantada a sangre y fuego por Fidel Castro y continuada por su
hermano Raúl, una dictadura criminal y destructiva, pero muy exitosa a la hora
de vender una imagen de buena y democrática. Hay cubanos que quieren una
intervención de los Estados Unidos para evitar más desaparecidos, más represión,
más muertes y terminar de una vez por todas con la tiranía que ha hundido a
Cuba en la miseria, hay quienes rechazan rotundamente la intervención por los
mismos motivos y están los tiranos que definitivamente no quieren la
intervención norteamericana porque saben que es la única manera segura con la
que se les acaba el poder y terminan o muertos o presos.
Es por esto por lo que la situación actual de Cuba me hace
pensar cada vez más en los finales de la Guerra del 95 y en el primer
presidente de la nueva república, república que nació después de una
intervención militar norteamericana y que no se repetirá.
MVA
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