Para el común de los mortales que en Cuba se informa de lo que ocurre en el mundo a través del Granma, la Mesa Redonda y el Noticiero de Televisión, en España parecía inminente la caída del capitalismo. Para muchos incluso el fantasma del quinto regimiento parecía a punto de resucitar de entre las cenizas republicanas. Los carteles enarbolados en la Puerta del Sol no dejaban lugar a dudas, las imágenes valían más que las palabras: las cámaras se esmeraban en enfocar a la gente más joven y yo diría sin rubor, a las personas más lindas, a los que mejor bailaban y coreaban los lemas del mayo madrileño.
Pero esta mañana supimos que en las elecciones locales y regionales el Partido Popular (¡esos derechistas!) habían barrido el piso con el PSOE y que el electorado español para quien el ejercicio democrático ya no es una novedad, había acudido a las urnas, si no masivamente, al menos en una proporción más elevada que hace cuatro años.
Para mayor confusión de los lectores de periódicos oficiales y televidentes cubanos, se nos advertía que las concentraciones populares antisistema habían sido convocadas usando las redes sociales que propician las nuevas tecnologías, twitter, facebook, las mismas con las que, según nos habían explicado, el imperialismo intentó derrocar al régimen de Irán y sacó del poder al mandatario egipcio.
Ahora es de esperar que los triunfadores reclamen elecciones anticipadas para liquidar definitivamente a Zapatero y su equipo, invocando, entre otras razones, las manifestaciones que desde una izquierda iracunda exigían el fin del gobierno en las plazas públicas. Puedo asegurar que nuestros comentaristas calificarán esa demanda de oportunismo político o algo parecido.
Algo falta en la explicación que nos permita comprender cabalmente lo sucedido. ¿Tendrán los españoles confusiones de igual naturaleza respecto a lo que pasa en Cuba?
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