Tuesday, November 21, 2017

Buscando extraterrestres




Encontrar extraterrestres, comunicarse con otras civilizaciones ha sido una constante entre nuestros científicos y en la imaginación popular. La tarea es cuesta arriba pues los sistemas solares más próximos están a millones de años luz y en términos de tiempo humano no somos capaces de percatarnos de la insignificancia de un milenio y nos parece una eternidad, pero en los términos del universo la edad de piedra está finalizando y todavía se están inventando las computadoras. Un milenio no representa ni una milésima de segundo.

Buscamos señales de radio que pudieran haber sido emitidas por alienígenas que tal vez no usan el radio ni saben lo que es; enviamos sondas espaciales con símbolos y coordenadas, tan crípticas que no somos capaces de entenderlas ni nosotros mismos, con la esperanza de que esa diminuta partícula encuentre por casualidad un minúsculo mundo habitado en la inmensidad del espacio; escudriñamos con telescopios buscando colores que hablen de vida; medimos el tamaño de los planetas y la distancia que los separan de sus estrellas para imaginarnos mundos fantásticos y viajes imposibles.

Lo único conocido por nosotros que es capaz de viajar distancias galácticas en un tiempo más o menos humano es la luz y aunque nos llegue tarde desde los confines del universo conocido, nos llega, entonces, en nuestras condiciones actuales de desarrollo y conocimiento, lo único que nos permitiría comunicarnos con una civilización extraterrestre en un período de tiempo lógico para nuestra capacidad natural sería la luz, señales de luces y sombras.

Tendríamos que obstruir el sol de forma intermitente para si algún ser inteligente está en un planeta muy lejos, observando las estrellas con un súper telescopio y sacando cuentas, se percate de que la anomalía lumínica no es natural, y quizás pueda responder de una manera parecida.

Una forma relativamente factible de lograr esto sería, por ejemplo, construir algo parecido a una estación orbital o un panel espacial de dimensiones planetarias, que orbite el sol como un cuerpo celeste más y que sea cuadrado pues no existen planetas ni satélites naturales cuadrados. 

Este cuerpo cuadrado pasando frente al sol emitiría una sombra, la luz de nuestra estrella dibujaría una silueta extraña, artificial, que si es captada por ese ser inteligente en un planeta lejano con un súper telescopio, podría sacar conclusiones y en ese momento, si quiere y puede, respondernos con una señal parecida que nos diga que no estamos solos.

El peligro sería si el vecino no tiene las mejores intenciones y su tecnología le permitiera realizar viajes intergalácticos, pero ambas opciones son poco probables porque la inteligencia y la madurez nos llevan a ser más compasivos aunque sea difícil de creer, sólo tenemos que remitirnos a la historia y nos daremos cuenta de que somos menos violentos y más bondadosos que 500 ó 1000 años atrás y segundo, los viajes de miles de millones de años luz son casi imposibles para seres con nuestras dimensiones y esperanza de vida.

Así que por los años futuros quizás debamos conformarnos con gigantescas señales de sombras interestelares.

MVA 2017

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