El fin de una era

 

Más tarde o más temprano la democracia se devora a sí misma. La corrupción va minando sus entrañas mientras la droga socialista oscurece el razonamiento y frena el desarrollo.

Antes de Trump siempre pensé que votar era un acto simbólico e inútil, pues no veía muchas diferencias entre republicanos y demócratas e incluso cuando algunas diferencias existían, no eran suficientes para empujarme a votar por un corrupto. Cuando Trump llegó al escenario político mi criterio cambió, porque Trump es un político que no tiene intereses comunes con los políticos tradicionales, que no tiene ataduras con el gobierno establecido y no teme las represalias que puedan surgir por decir lo que piensa, tampoco necesita medrar con la posición como han medrado algunos antes que él. Trump me demostró que todo lo que pensaba de él era cierto y aunque no es alguien a quien quisiera como amigo sí es alguien por el que votaría una y otra vez.

Entre Reagan, Clinton, Carter y la familia Bush hay pocas diferencias, los admiradores de Reagan deben recordar que durante su mandato los traficantes de drogas salvaron las finanzas de muchos estados de la unión y fueron capaces de ingresar diariamente millones de toneladas de estupefacientes ilegales en el país con la anuencia del gobierno norteamericano y el apoyo de la dictadura cubana y ¿todavía hoy nos quieren hacer creer que Escobar fue capaz de burlar al país que derrotó al nazismo y al comunismo soviético traficando cocaína escondida en ositos de peluche? ¡Ay por favor!, Reagan también fue quien impulsó los infames servicios de salud conocidos como “HMO” por sus siglas en inglés, que posteriormente fueron apuntalados por George Bush hijo al permitirles establecer sus propias farmacias, centros de rehabilitación y centros diagnósticos violando leyes antimonopolistas, ¿y para qué hablar de Clinton malgastando todo el dinero generado por la recuperación económica lograda por Reagan y Bush padre, haciendo que el país desembocara años más tarde en una crisis económica sin paralelos?, de la que, gracias a algunas políticas implementadas por la administración de Bush hijo, se pudo salir poco a poco a pesar del freno impuesto por Obama, que ya eso es harina de otro costal. 

Carter y Obama pueden ser considerados entre los peores presidentes de los Estados Unidos y sin embargo muchos creen lo contrario, también podríamos incluir a Roosevelt (FDR) en esa lista, por su culpa el nazismo ganó fuerza y arrasó con Europa y posteriormente vino el no menos destructivo comunismo soviético adueñándose de la mitad de dicho continente, luego sembrando su sistema esclavizador y asesino en todos los continentes y lo más triste, penetrando el mismísimo corazón de la democracia aprovechándose de sus libertades y de la mente de intelectuales estúpidos e inadaptados para lavar el cerebro de generaciones enteras por más de 50 años, cerebros que pueden lo mismo producir una película, que escribir un libro, que dar clases en una universidad, que convertirse en trabajadores sociales, políticos corruptos vendidos al dinero del socialismo internacional y llegar al poder con la promesa de cambiar radicalmente lo que tan solo necesita algunos arreglitos.

La democracia se devora a sí misma, Cuba y Venezuela son ejemplos, lo que pasó en estos pequeños países subdesarrollados, sin industria pesada ni economías diversificadas y sólidas en cuestión de pocos años por culpa del socialismo, es algo que sucederá en cualquier país donde el socialismo gobierne, en Rusia al sistema socialista le tomó un poco más de tiempo para destruir el país y en Estados Unidos el tiempo que le llevará a los socialistas para destruirlo será aún mayor, pero la destrucción llegará, más tarde o más temprano el país será destruido y con esa destrucción desaparecerá la libertad y el civismo.

Asistimos tristemente al fin de una era, de la era más avanzada, más cívica y libre que ha experimentado la humanidad. Si los políticos no acaban de entender que están tomando el camino equivocado y que la corrupción es la madre del despotismo y la pobreza, si los profesores no se dan cuenta de que detrás de lo que ellos creen que es justo y moderno se esconde el fantasma del hambre y la esclavitud y si los ciudadanos comunes y productivos no son capaces de sacudirse el miedo a decir lo que piensan, los siglos venideros van a ser más oscuros que los siglos en los que la inquisición quemaba herejes.