"Mira Pablo, esta pintura tuya, es como hacernos comer yute y tomar petróleo para escupir fuego" Le dijo Braque a Picasso al contemplar "Les Demoiselles D'Avignon" por primera vez.
El mismo Picasso fue su propio juez y verdugo por el crimen de "Matar la Belleza".
El cuadro rompió con todo lo que se consideraba pintura. Como primitivas imágenes salidas de la jungla africana, los desproporcionados rostros de las prostitutas no dejan de mirar al observador. Los cuerpos angulosos son planos y parecen pegados al fondo, sin perspectiva, como trozos de madera o cartón. Nos miran de frente y las narices están de lado. Parece algo elemental, salvaje, sin embargo, la pintura fue metódicamente planeada con varios estudios y bocetos, donde aparecen 2 personajes que en el producto final no sobreviven. (Un marino y un estudiante de medicina con un cráneo).
El cuadro fue una revolución, marca un antes y un después. El MOMA compró la obra por la, entonces considerable, suma de 28,000 dólares y es hasta hoy, el orgullo del museo.
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