Wednesday, December 12, 2018

"Una mañana como todas" (Tercera entrega)






                                                                        III

 Cuando Paolo abrió los ojos se movió con cuidado para no despertar a José que dormía desnudo dándole la espalda. Alcanzó el teléfono y apagó la alarma antes que sonara, buscó en la mesa de noche con cuidado de no hacer ruido un condón que colocó en su erección matutina de rigor, se colocó el preservativo y le puso lubricante, con cuidado besó la oreja de José despertándole suavemente y esparciéndole lubricante entre las nalgas. Le continuó besando con delicadeza mientras le hundía la erección con dolorosa ternura.

 Salió del baño y José ya tenía listo el café.

- Voy a decirle hoy de lo nuestro - le dijo Paolo refiriéndose a Laura.
- ¿También le dirás que "estamos cogidos"? - preguntó incrédulo José.
- Creo que sí, eso primero ¿Tengo alguna opción?
- Desaparecer…
- Eso quisiera.
- ¿Tienes algún plan?
- Mantenerme vivo.
- Creo que no te veré por un tiempo.
- Lo sé.

 Terminaron el café, se vistieron y se despidieron en la puerta con un abrazo.

 La entrada al Downtown estaba imposible como de costumbre. Todavía tenía que buscar la Coral Way para llegar a la oficina. Solía salir con varios minutos de antelación para poder llegar rayando con la hora de entrada pues las carreteras de Miami siguen siendo las mismas a pesar de que constantemente las remodelan y construyen nuevas. No, de hecho, las carreteras de Miami son cada vez menos por culpa de todos los puntos de peaje que se reproducen como conejos. Tan sólo en el camino local por el que había venido había pagado más de 2 peajes, o "toles" como les dicen en espanglish, con menos de 10 millas de separación entre éstos y sin siquiera estar en las fronteras de ciudades, pertenecer a carreteras nuevas o fuera del sistema interestatal ni nada por el estilo.

 El caso es que llegaría tarde y no importaba pues probablemente sería uno de sus último días de trabajo. Paolo planeaba vender la casa en los suburbios, seguir alquilando un apartamento que tenía en la playa, apartamento que compró con la ayuda de un antiguo y acaudalado amigo con derechos, y retirarse a una casita que había heredado de su familia en Italia. Haciendo uso de sus ahorros y sus amigos con cuidado, la vida, el tratamiento y los hospitales no le costarían mucho dinero en Europa y podría vivir tranquilamente con un trabajito simple y de pocas horas a la semana mientras la salud se lo permitiera.

 No se sentía bien. Era portador del Virus de la Inmunodeficiencia Humana y con seguridad había contagiado a Laura y Dios sabe a quién más. No estaba claro si José lo había contagiado a él o viceversa, tampoco estaba seguro por momentos si Laura era la fuente primaria de contagio, ahora no le molestaba mucho, ahora le estaba pidiendo cuentas a Dios y tratando de convencerle de que podía darle una pierna o un brazo a cambio de la cura o quizás donar todas sus propiedades y ahorros para los niños huérfanos por causa de la guerra, todavía no se creía el diagnóstico completamente.

 No se daba o no se quería dar cuenta de que Dios podía hacer uso de su brazo, su pierna e incluso de él entero a Su antojo, al igual que de su salud, y cambiar la suerte de cualquiera en cualquier momento y que sin embargo así no funcionaba la cosa, la función era otra, el objetivo era más simple, más elevado. Dios no hacía mierdas y Paolo lo sabía, tampoco se andaba con tonterías y los virus y las enfermedades son parte del plan, son parte del camino no son el producto, tan sólo son herramientas y acertijos al igual que uno mismo, que todos. Poner en orden el rompecabezas que cambia constantemente, entender que el universo en su pluralidad es singular y la vida es equivalente a la muerte, al igual que la salud no es lo contrario de la enfermedad. Entender que todo es el fluido eterno para mantener el balance perfecto de un mundo que no se puede explicar porque no tiene sentido pero es todo lo que hay y es bueno estar vivo.

 El tráfico avanzaba lentamente y el sol brillaba como si fuese mediodía, por fin estaba en la congestionada pero fresca avenida de Coral Way.

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