“Santo Padre, le presento a un número creciente de cubanos que han confundido la Patria con un partido, la nación con el proceso histórico que hemos vivido en las últimas décadas, y la cultura con una ideología”.
Así comenzó el Monseñor Pedro Meurice Estiú su alocución al pueblo de Cuba, a sus tiránicos gobernantes y al Papa el 24 de enero de 1998 en Santiago de Cuba. No podía creer lo que escuchaba aquel día por la televisión, aquel hombre dijo la verdad sin rodeos, sin miedo, en un país donde a la represión nunca le tembló el pulso a la hora de matar lo mismo a ciudadanos comunes que a clérigos o niños.
El Monseñor ha muerto.
Que descanse en paz y que su valor y dignidad sirvan de ejemplo a todos los cubanos.
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