Friday, October 28, 2011

Cobardías célebres (Email original)

Ernesto Guevara (El Ché): “¡No me maten, no me maten!, yo soy ‘El Ché’ y les soy más útil vivo que muerto…”. (Cuando su Jefe hizo el panegírico dijo que la única explicación de que lo hubieran capturado vivo era que la pistola que le ocuparon había perdido el cargador, pero viendo su clamor por su vida y la conducta de todos los de su ralea cuando se enfrentan a estas situaciones cabe preguntarse ¿la hubiera usado de tener el cargador?)
Salvador Allende: No se sabe exactamente qué pasó en La Moneda, pero se dice insistentemente que unos cubanos (que pueden haber sido los hermanos de la Guardia) que estaban con él lo mataron cuando le entró un ataque de histeria durante los tiroteos.
Manuel Antonio Noriega, el de Panamá (Cara’e piña): ¿Se acuerdan de él? No dijo mucho porque posiblemente no sabía hablar, pero se escondió como una sabandija en una embajada y refiriéndose a las tropas americanas que la rodeaban repitió el estribillo de todos estos lidercillos de pacotilla me asedian los americanos, rodean ilegalmente una embajada, quieren entrar a cogerme, blá, blá blá, pero cuando “los americanos” le aclararon que rodeaban la embajada no para asediarlo a él sino para protegerlo del pueblo que estaba detrás de ellos y lo buscaban para hacer justicia, se apuró a entregarse pues sabía muy bien de estos rejuegos mafiosos de utilizar turbas para a nombre del pueblo hacer horrores y recuerden que “un ladrón cree que todo el mundo es de su misma condición”. Luego, cuando enfrentó los tribunales (no las turbas de asesinos que él y sus amigotes manipularon muchas veces en contra de quienes se atrevieran a cuestionarlos, como hacen los de su ralea), había que ver la cara sumisa, casi afeminada, que ponía.
Sadam Hussein: Capturado lleno de piojos, en un hueco (como una rata), con una pistola que no usó ni para evitar ser capturado.
Osama Bin Laden: Dejó cobardemente a un lado su icónico AKM evitando aparecer como un peligro y se protegió afeminadamente detrás de una de las mujeres que lo acompañaban para así tratar de salvar su vida.
Moammar el Gadhafi: “¿Qué les he hecho yo a ustedes?, ¡no me maten!, ¡no me maten!”, dijo al salir como una rata de la alcantarilla pestilente y llena de inmundicias donde se escondió.
Y después de esta galería de célebres cobardías es bueno dejar volar el pensamiento y hacerse la idea de si capturasen a Fidel Castro o a su hermana Raúl (que por cierto, salieron de todas sus “campañitas” sin un rasguño), o a Mahmoud Ahmadinejad, o el sifilítico coreano, o a cualquiera otro de esa misma estirpe, ¿qué harían?, ¿cómo clamarían por su vida?, ¿en qué hueco inmundo se esconderían?…¡Qué fácil es hacer discursitos épicos y apocalípticos, mandar a otros a inmolarse, etc., pero qué difícil es cuando ellos mismos se enfrentan a la verdad…!

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