Ir a Cuba

Castillo de Los Tres Reyes Magos del Morro y La Cabaña al fondo. (MVA ©)

 Por suerte yo no tengo q ir a Cuba. (Sería una contradicción profunda). No tengo una madre anciana o una hija adolescente que necesita ropa para los 15 o la efímera presencia del padre que desde otra galaxia la mantiene a ella, a su madre, a su padrastro y otros desconocidos.  Si esa fuese mi situación tendría que pedirle permiso a los esbirros para que me dejaran entrar a la tierra que me vio nacer. Esperaría ansioso dicho permiso y regresaría del viaje sabiendo que esa dictadura necesita de mi y de otros como yo para su sustento, para seguir esclavizando a mi hija adolescente, a su familia y a mi madre anciana, y nos sigue considerando enemigos aunque no quiera reconocerlo y el sentimiento es recíproco. Regresaría triste sabiendo que los míos son rehenes de la mafia que tiraniza la tierra que me vio nacer y que no hay nada que pueda hacer. 

 Para mayor desgracia, si me preguntaran los motivos por los que me fui de Cuba, tendría que decir que fueron motivos económicos, nunca políticos (como si la economía no fuese política y viceversa), tendría que decir eso para poder regresar a mi familia el año siguiente, tomarme un ron jugando dominó con 3 antiguos amigos fascinados con mis historias y desesperados por mis regalos, la mejor terapia para malcriar el ego, o poder mandarles un dinerito, dinerito que sumado a otros envíos similares conforma en este momento, el mayor ingreso económico de la dictadura.

  
 No se me va de la mente aquel chiste de Castro gritando en la plaza que todos los presentes serían ahorcados el siguiente día y los temerosos presentes le preguntan:

- Comandante  ¿El gobierno pone la soga o la tenemos que traer nosotros?

¡Por suerte no tengo que ir a Cuba!